NOTAS DE INTERES

Tiburones frente a la Bristol (24 de febrero 2018)

El informe siguiente no es una nota técnica, ni de un relevamiento. Por lo sucedido paso a ser una anécdota que se virilizo rápidamente por la ciudad.

Muchos nos hemos vuelto expertos en la transmisión de hechos vividos y es que la pesca alimenta mucho la difusión de sus resultados. Aunque después se nos tilde de mentirosos o al menos exagerados por suerte existe la fotografía. Aunque no pude captar buenas imágenes (al menos las que yo hubiera querido) creo que son suficientes para documentar la jornada.

LA PREVIA

La mañana comenzaba como una salida más de pesca, salvo por el amanecer sofocante que anunciaba un día de muy altas temperaturas. Las condiciones del mar eran ideales, veníamos con varios días de suave viento de tierra.

Mi amigo y yo llegamos a las 7 AM a la bajada náutica del Torreón del Monje, antigua playa Las Toscas de la ciudad de Mar del Plata. La idea era simple, entrar bien temprano, hacer una pesquita, algo de variada, evitar el calor y para las 10 estar de regreso.

Elegimos el lugar por ser muy seguro, ya que mi amigo era la segunda vez que pescaba en kayak y preferí  llevarlo a un lugar tranquilo, sin sobresaltos.

Alistando los kayaks sobre la arena se nos acerca el encargado de un semirrígido que saca turistas a pescar. Preocupado nos advierte-muchachos tengan cuidado con los tiburones, está lleno- y nos pasó a relatar todas las peripecias del día anterior, que no había podido pescar, que le cortaron todas las líneas y enzima al tratar de arrimar uno para liberarlo le pincho unos de los pontones del semirrígido con una mordida.

Le pregunte si había sido muy lejos, pensando en algún banco de pesca  a unas cuantas millas de la costa, y me responde- no acá nomas, a mil metros frente al Club de Pesca- terminamos la conversación y seguimos alistando las embarcaciones.

Era evidente la cara de preocupación de mi amigo, ni bien tuvo la oportunidad me interrogo angustiado- hay tiburones- no le dije, gatuzitos nada más, no le hagas caso.

EL PRIMERO

Nos ubicamos a unos 600 metros frente al Club, a unos 600 metros más de nuestra posición podía verse perfectamente el semirrígido con todo su contingente.

Comienzo a pescar primero, no pasan unos minutos y obtengo mi primera captura. Una corvinita de un poco más de un kilo, chica muy común en pleno verano.

Encarno nuevamente, plomo al fondo, pasaron unos minutos y mientras mi amigo seguía minuciosamente armando el equipo otro nuevo pique. Por las características sin dudas se trataba de otra corvina.

La venia trayendo con la clásica rutina, cañar y recoger hasta que el brillo inconfundible del pez   se pudo reconocer. Fue en ese instante, que de la proa del kayak apareció de repente la silueta de un tiburón, dio como una vuelta alrededor de la línea y se hundió con ella, seguramente tratando de comerse la pesca.

Le precedió un fuerte tirón y una corrida que me saco más de 40 metros de nylon, por suerte contaba con un buen reel cargado con 150 metros del 0.70, con la caña hacia lo que podía, sabía que no iba a ser posible arrimarlo al kayak,  las brazo ladas del 0,60 con los anzuelitos de variada no lo iban a soportar.

Comenzó a arrastrarme junto con el fondeo, a los gritos justo cuando mi compañero se iba a disponer a pescar le pedí que no lo haga, me acercó tanto al otro kayak que quedamos casi enfrentados. En una de sus vueltas note que enredo los dos fondeos, llego a desplazar un poco a los dos kayaks juntos hasta que súbitamente se cortó la presión sobre la caña. El nylon casi invisible quedo flotando al lado de los cabos de los dos  fondeos. Se llevó la línea, corvina y nos dejó cargados de adrenalina – Hay tiburones- balbuceo mi amigo, y si, así parece.

EL SEGUNDO

Acostumbro llevar junto con las líneas un viejo anzuelo Nº 12/0 con un líder de acero, (por las dudas). Otra gran ventaja que tuve ese día fue la carnada, como era muy temprano sabía que los negocios estaban cerrados. Así que traje lo que tenía en el freezer, langostinos, algunas anchoas y una caballa chica fresca sin salar.

Rápidamente le hice un lazo al nylon y lo conecte al mosquetón del líder. Y así sin plomo, sin globos, solamente con media caballa quedo la línea a la deriva a unos pocos metros del kayak.

Comencé a armar una caña más liviana para seguir pescando algo de variada, mi amigo esta vez sí parecía que se iba a disponer a pescar. Pero ninguno pudo terminar.

La chicharra del reel comenzó a sonar sin parar, deje que se llevara unos cuantos metros. No tenía caña para clavarlo, note que a mitad de la corrida se engancho solo porque arremetió un par de sacudidas violentas y salió mar adentro en forma imparable. Me solté del fondeo y se lo deje encargado a mi compañero, de ahí en más fue un arrastre continuo con algunas recuperadas de nylon que me acercaban de apoco al tiburón. Después de 20 minutos aprox. cuidando mucho el equipo logro arrimarlo al kayak, se trataba de un cachorro chico de tiburón bacota de 1.2 metros pero con mucha energía. Logre sacarle el anzuelo sobre la banda del kayak y en un segundo desapareció rápidamente.

Calcule que me había dejado a unos 300 metros de donde estaba y mucho más cerca del semirrígido, se podía distinguir perfectamente.

EL TERCERO

Repetí la rutina con la última mitad de caballa que me quedaba. Esta vez me concentre en la caña protagonista, no estaba pendiente del tiempo que pasaba, sabía que estaban ahí y resulto que la sorpresa fue fantástica.

La imagen que voy a relatar no me la voy a olvidar jamás: note un gran bulo en la superficie, se veía muy clara la aleta dorsal cortando el agua,  se hundió y comenzó a llevarme nylon sin parar. Todo esto a solo 3 metros del kayak. No pude saber cuándo se clavó, desde el principio fue todo arrastre, comenzó a llevarme como si estuviera haciendo esquí acuático.

Se notaba más grande que los otros, tenía que cansarlo, recuperar nylon y tratar de arrimarlo al kayak.

Escucho que me gritan-viste que había tiburones- no me había dado cuenta y estaba pasando cerca del semirrígido. Me alejo un par de cientos de metros y ya se notaba que ambos estábamos agotados. Pude arrimarlo bastante pero cuando parecía que lo podía dominar cobraba vitalidad nuevamente.

Estando bien cerca mi cañita de 40 libras dijo basta, en una de esas arremetidas la partió, igual seguí con lo que me quedaba, no lo podía perder. En una de las pasadas logro agarrarle una de las aletas pectorales  y le subo medio cuerpo arriba del kayak. Pude tantear su peso, cálculo que unos 25 a 30 kg 1,5 metros de largo. Dado vuelta, panza arriba como se ve en la imagen el animal queda en estado catatónico.

Seguramente parecería un loco pero en esos momentos le hablaba- tranquilo, tranquilo te saco el anzuelo unas fotos y te vas.

Lo solté y le agradecí el momento inolvidable, sabía que no tenía más brazos, caña ni carnada, se había terminado la jornada, me quedaba una larga remada y recuperar a mi amigo. En la pasada vuelvo a acercarme al semirrígido, me comentan que habían clavado 7 hasta ese momento, durante la pasada le ayude a liberar uno enganchado en varias líneas de variada.

Agradezco haber estado ahí el día indicado con los elementos precisos en una jornada única.

                 

 

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